Llegan las fiestas y con ellas los excesos. Son típicas las comidas copiosas que nos ‘hinchan como globos’ y que despiertan en muchas personas ese sentimiento de culpa por haber maltratado su cuerpo. Y es que en estas fechas no se trata de desafiar los límites de nuestro organismo asombrándonos de lo mucho que podemos comer y beber. Varios expertos en endocrinología recomiendan qué hacer y qué no para disfrutar de una ‘dulce Navidad’.

A menos de veinte días vista de los días grandes de las fiestas una buena idea sería comenzar a realizar una dieta de control, que permita preparar a nuestro cuerpo de cara a las comidas navideñas. Según explica a ‘elmundosalud.com’ el doctor Ramón Coronas Alonso, consultor senior del Servicios de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clinic de Barcelona, en estos días se debería “no insistir en tomar grandes cantidades de grasas, alcohol o féculas (cereales, patatas, etc.)”. Este tipo de restricción, que tampoco ha de ser severa, también debería realizarse en los días posteriores a las fiestas, según añade este médico.

La Navidad es una buena ocasión para recuperar las recetas tradicionales. Nos harán recordar sabores y olores de la infancia de nuestra familia. La preparación de las comidas y de las cenas se puede convertir en todo un ritual culinario en el que algunos tienen la posibilidad de emplear más tiempo y algo más de dinero, pero de nuevo sin excesos, sin derroches. El cariño puesto cuando se cocina está presente en la comida. No se trata de sentir ‘orgasmos’ con cada bocado, como pasaba en la película ‘Como agua para chocolate’, pero al menos disfrutar de lo que comamos, saborearlo, degustarlo para que la comida nos siente mejor.

De hecho, en ocasiones, los platos tradicionales suelen resultar bastante equilibrados. La doctora Emma Camarero-González, jefe de sección de la Unidad de Nutrición del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela, explica en declaraciones a ‘elmundosalud.com’, que en ellos se suelen combinar la carne o el pescado con verduras (como la lombarda). “Las comidas este tipo de platos no son abusivas. Lo que sí lo es lo que el mercado está poniendo de moda, como la ingesta excesiva de grandes cantidades de marisco, que a veces se combinan con embutidos”.

Son muchas las familias que deciden invertir dinero en comprar excesivas cantidades de un bien cuyo precio suele alcanzar máximos de vértigo en estas fechas: langostinos, gambas, nécoras, percebes, vieiras, bogavante, buey de mar, ostras. Los expertos recomiendan que no se exceda el consumo de marisco, debido a que posee gran cantidad de grasa y de ácido úrico. No obstante, “si se toma una cantidad mayor de marisco de forma puntual éste es más tolerable, a no ser que la persona sufra alguna patología”, aclara Ricardo Gracia, jefe de servicios de Endocrinología del Hospital Universitario de la Paz, en Madrid.

Atención a los postres

Además de los platos principales, los postres son otro de los puntos que deben centrar nuestra atención, para lograr una ‘dulce’, y no amarga, Navidad. Como explica Javier Aranceta, secretario general de la Sociedad española de Nutrición Comunitaria, a menudo sientan mal y descompensan a las personas diabéticas o que padecen del estómago, por ejemplo. Y señala que “es el momento para los postres caseros que no hacen tanto daño, como un roscón hecho en casa, unas peras al vino, tartas de fresas o de uvas”.

En este sentido, la doctora Camarero-González sugiere que se tomen “frutas de temporada, como piñas o chirimoyas, además de los dulces navideños. Pero, lo que no se debe hacer es añadir postres extra, como una tarta de chocolate”. Particularmente, la piña es uno de los postres más recomendados: “Posee pocas calorías y tiene enzimas que ayudan a la digestión” resalta Ramón Coronas, quien también destaca el buen papel que juegan los cítricos, como las naranjas.

En cuanto a los dulces navideños, que invaden por esta fechas los centros comerciales y que conforman otra de las tradiciones, los expertos no ven ningún problema si se consumen con moderación y de forma puntual. El turrón suele poseer, entre otros ingredientes, “almendras que tienen grasas insaturadas que no inciden en la subida de colesterol. Por esta razón, las personas que tienen el azúcar o el colesterol un poco alto no tienen por qué prescindir de ellos, asegurándose de que consumen una cantidad reducida de turrón”, señala el médico del Hospital Clinic de Barcelona.

Ahora bien, este experto no duda en afirmar que “el turrón posee muchas calorías”. Y es que muchas personas se suelen preocupar por el peso que pueden ganar con estos dulces típicos. En este sentido, si se quieren tomar es importante fijarse unas cantidades moderadas y tomarlo de forma puntual. “Estos dulces deberían sustituir, por ejemplo, a los bollos que tomamos durante otras épocas del año”, explica la doctora Camarero-González, quien añade que no habrá problema en adelgazar ‘ese kilito de más’ en cuanto retomemos la dieta cotidiana.

El alcohol, en una cultura como la nuestra, está muy presente en estas fechas. Igual que con los alimentos anteriores, los diferentes expertos no son partidarios de prohibir su consumo pero sí de limitarlo a las cantidades recomendadas, y más si la personas posee algún tipo de patología que se pueda ver implicada. El especialista en nutrición, Javier Aranceta, recomienda consumir sobre todo ‘calidad’ y de forma moderada, igual que con la comida. Un buen vino o cava, si se toma en las cantidades adecuadas hará menos daño y nos provocará menos dolores de cabez a la mañana siguiente.

La doctora del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela coincide en la importancia de que el alcohol se use de modo correcto, siguiendo los máximos establecidos (dos copas de vino al día por el hombre y una por la mujer). Si estas cantidades se excediesen un poco, lo fundamental es que se haga en los días señalados de las fiestas pero no en todo el período vacacional. Y, si se consume más de lo permitido se debe seguir el lema de ‘si bebes no conduzcas’, para evitar poner en peligro la salud propia y de los demás.

Que la comida nos haga un poco más felices

“El alimento es socialización, es afecto”. Esta afirmación, realizada por Javier Aranceta, resume el espíritu navideño. Las familias se reúnen alrededor de la mesa y deciden pasar tiempo juntos, un detalle que con el estrés del día a día se suele pasar de largo. Él mismo explica la importancia de las comidas y las cenas, ya no para alimentarnos, sino para satisfacernos al tomar alimentos caseros, familiares y compartiendo la ocasión con los nuestros. “A menudo importan los neurotransmisores cerebrales que nos permitan sentirnos bien”.

Debido a que las Navidades en nuestro país giran en torno de la comida, las personas que el resto del año deben realizar una dieta estricta, por cuestiones saludables, se pueden sentir algo más ‘tristes’ al no poder participar de la celebración. Por esta razón, el secretario general de la Sociedad española de Nutrición Comunitaria subraya la importancia de “hacer un esfuerzo para que todos compartan la mayor parte de las tradiciones”. Y, como en todo, utilizar la imaginación.

Una vez haya comenzado el período festivo, las personas sanas pueden comer de todo de lo que sea tradicional, vigilando las cantidades durante los días de celebración propiamente dichos. Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Año Nuevo, víspera de Reyes y Reyes, pero no los días restantes que quedan entre medias de uno y otro festivo. Por esta razón, no es buena opción comer los restos de la cena de Navidad durante los tres días siguientes puesto que en este caso nuestra dieta no está siendo equilibrada.

Emma Camarero-González aclara a ‘elmundosalud.com’ que no tiene por qué haber ningún problema si “las excepciones se limitan a las festividades a esos seis días”. Y resalta la importancia de controlar los excesos, todavía más en el caso del alcohol.

En estas fechas, según Aranceta, los servicios médicos suelen verse sobrecargados por pacientes que se descompensan debido a los alimentos que han ingerido, “poniendo en juego su salud y su vida”. “Ya no son sólo casos de indigestión o de borracheras, sino que también se incrementa la incidencia de hiperglucemia o de infartos”, afirma el doctor Gracia. “En algunas ocasiones son personas que desconocían que eran hipertensas o que padecían algún otro tipo de problemas”, añade.

Personas con una dieta estricta

‘Basta que te prohíban algo para que lo hagas’. Las personas a las que su especialista les niega participar de la celebración gastronómica, son en muchas ocasiones las que mayor peligro corren de sufrir los posibles malos efectos de la comida. Comen más de lo que no deben al sentir la frustración y la tristeza de no participar de la celebración familiar. Por esta razón, los endocrinólogos no son partidarios de prohibir ni de -como resalta el doctor Coronas- “romper con la tradición que es parte de nuestro conjunto humanístico y cultural”.

Las personas diabéticas pueden tomar más cantidad de los alimentos que les está permitido comer (no de los que su enfermedad les impide tomar), pero sin excederse. No obstante, la doctora Camarero González destaca que estas personas “lo primero que deben hacer es consultar a su médico y que, en caso de que tomen dulces especiales para ellos, lo hagan siempre con moderación ya que suelen tener un mayor aporte graso”.

Los niños y los mayores son otros de los grupos que deben controlar lo que toman. Según el doctor Gracia, “es fundamental que los más pequeños de la casa, sobre todo si tienen entre dos o tres años, consuman la menor cantidad de grasa posible.” Pero sí se les puede dejar que prueben algo de lo que toman los demás (medio langostino, por ejemplo). Y, en ningún caso, se debe de permitir que beban alcohol”.

Lo que debemos intentar en estos días, concluye Javier Aranceta, es ser un poco más felices con las comidas.