Introducción:
La gestación, aún siendo un proceso transitorio y fisiológico, conlleva cambios y adaptaciones también temporales que, se quiera o no, sobre exigen al organismo de la mujer mientras dura éste periodo. Por lo dicho, a un mayor número de embarazos más cambios corporales y, por ende, más probabilidades de sufrir sus consecuencias. Lo mismo, a una edad demasiado temprana o demasiado tardía los efectos deletéreos del embarazo suelen ser más numerosos y más marcados.

El aumento de peso, las variaciones hormonales, el efecto mecánico del feto desde la semana 25, las modificaciones en las características físicas de la sangre, el incremento del volumen circulante y una más que probable mudanza en los hábitos alimentarios y físicos, todos, juntos, son factores que, innegablemente, perturban en diverso grado y persistencia la funcionalidad de las venas de las extremidades inferiores y de la pelvis, principalmente.

Cambios venosos durante el embarazo:
La pared de las venas y sus válvulas, por la elasticidad que característicamente poseen, pueden soportar grandes sobrecargas, aunque lo hacen mucho más eficientemente si estas son por periodos cortos. No ocurre así cuando el aumento de esta carga es sostenido y por un tiempo prolongado como la que se observa durante la gestación.
De manera que, durante el embarazo, las venas corren el riesgo de deteriorarse por dos acontecimientos puntuales: la caída en la velocidad de la sangre venosa en las extremidades inferiores y por las variaciones hormonales que debilitan las paredes de estos vasos.

También cabe mencionar que durante la gestación:
– La velocidad de ascenso de la sangre venosa se ralentiza debido a la compresión que ejerce el útero sobre las venas iliacas y el complejo pélvico y la vena cava inferior.
– La actividad física suele disminuir y por ello las bombas musculares y articulares de los miembros inferiores dejan de ser eficaces.

Si, además, a todo esto agregamos:
– Una condición hereditaria biparental, (enfermedad venosa presente en ambas líneas familiares, materna y paterna), o una predisposición genética de la propia gestante a desarrollar varices.
– La presencia de várices ya desde antes del embarazo
– Un aumento del peso corporal exagerado
– Una gestación a edad avanzada, (>35 años)

Las probabilidades de desarrollar várices o de empeorar las que ya se tenían son elevadas por lo que la enfermedad venosa durante la gestación podría variar de un embarazo sin complicaciones a una gestación con riesgo para la mujer.

Cambios del sistema de la coagulación:
Es importante resaltar un hecho frecuente durante la gestación: la predisposición a desarrollar un cuadro tromboembólico. Básicamente, esta condición de hipercoagulabilidad gestacional suele deberse a dos eventos, diríamos fisiológicos:
– Aumento en sangre de los factores de la coagulación, (sangre hipercoagulable)
– Disminución de los inhibidores de la coagulación y de la actividad fibrinolítica.

Así, entre una ralentización de la circulación venosa y un estado de hipercoagulabilidad si le añadimos algún evento tal como: placenta previa, infección, lesiones uterinas de tipo traumático, hipertensión gestacional, antecedentes previos de enfermedad venosa o enfermedad trombótica, afecciones hematológica o desarreglos endocrinológicos, las probabilidades de sufrir un evento tromboembólico o sólo trombótico son elevadas. De ahí la enorme importancia de darle la dimensión exacta al comportamiento venoso y sanguíneo durante la gestación e inclusive en el puerperio.

Riesgos durante el embarazo:
Como ya lo hemos expuesto, la gestación es un evento fisiológico para el que casi la totalidad de las mujeres suele estar preparada. No obstante, en algunos casos esto no es así y la embarazada se ve, en menor o mayor grado, sujeta a posibles complicaciones tales como:

– Insuficiencia venosa, (várices, en todos sus tipos y grados)
– Tromboembolia, (trombosis; tromboflebitis; tromboembolias; embolias)
– Flebitis, (inflamación aguda de un segmento venoso)
– Hemorroides, (varices rectales)

Recomendaciones:
Si mediante una clínica minuciosa y experimentada se constata que la gestante puede verse amenazada por una de las enfermedades venosas arriba expuestas recomendamos dos conductas, a saber:

Medidas médicas: 
– Normas de vida:
 Drenaje postural todas las veces que sea posible. Vestuario holgado. Calzados de tacón entre 3-5cm. Actividad física, progresiva, regular y a tolerancia. Hidrogimnasia. Humectación cutánea.
– Medidas de contención: Medias elásticas de compresión Media, (Panty para gestante), hasta el sexto mes de gestación, luego, durante el último trimestre, Medias elásticas de compresión Fuerte.
– Medicamentosas: Los flebotónicos, hasta donde se sabe, aportan una mejoría objetiva, y se recomienda su uso después del 4º mes de gestación. El uso de HBPM periparto y durante 2-3 semanas del Puerperio, debe ser valorado según cada protocolo obstétrico, así como el uso anticoagulantes orales en el primer como en el último trimestre.
– Manejo del parto: Es una condición fundamental la de adecuar a cada caso las conductas durante la asistencia al parto, más aún si se trata de una paciente con riesgo tromboembólico latente.

Medidas quirúrgicas: 
La cirugía es una medida extrema que debe ser evitada durante el embarazo. Eso sí, una revisión clínica 6-10 meses después del parto acompañada de un Eco-Doppler de MMII contemporáneo a esa fecha será la prueba estrella para valorar y cuantificar, si es que ha habido, un daño venoso permanente.